La soberbia sin desodorante
aturde el sentido oscilante
entre morir de puro asco
o lamer de ella por puro tedio
o porque te quiero
por ser de ti una parte,
no sé si de tu vientre
o una masa epitelial
que incomoda tu ombligo
ya ni averiguo…
Mientras en el otro lado de la calle
donde no llega la mano que me robas
se muere un niño de hambre
y la viruela reverdece sin que lo sepas
porque de tanta soberbia
se marchitaron tus ojos
y mis fosas no se acostumbran
a tanta pestilencia…
No me llames no es preciso
si no usas el desodorante
que atore los antiguos poros
en los que tu autoridad se desgaste
que ya nada soy tuyo
solo el recuerdo permanente
de que alguna vez estuve dentro
cuando me soñabas de tu pecho
enganchada para siempre…
Hoy cruzo a por el niño
le daré la leche que guardé
antes que en mi boca se agriara
cuando de tu pecho la tomaba
tal vez así, todo sea como debe
o al menos, un muerto menos
sepa que estuve aquí
aunque tú no lo creas…
Carmen Soriano
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