Me habita la memoria de las cañas
de tanto tiempo que pasé entre ellas
ojos que entonces me obligaban
y de tanto sobre ello se escribió
que hubo que quemarlo…
Secretos de aquella ribera
que cada uno nombra de una manera
donde la dignidad se pone de rodillas
ante la urgencia del semen y la saliva
y son padres y son hijos
y son grandes hombres
con pequeños espíritus
pero todo lo olvidan allí mismo
entre las cañas que se hacen las dormidas
o en coches que ya no son vehículos
y mientras yo sin derecho juzgaba
sin poder apartar la mirada
entre las cañas petrificada
por la cobardía que frenaba mis ganas
de inmiscuirme entre aquella manada
y la imposibilidad de volver a casa
porque no había voluntad que resolviera
aquella mágica, imposible, atracción indiscreta
de mirar sin poner ojos
alumbrar sin prender velas
y ser de aquel modo
como ellos, una enferma…
mientras se forjaba la memoria
que asoma a veces a la retina
y allí donde miro veo las cañas
reflejo especular que me recuerda
que de alguna manera
sigo estando en aquella ribera…
Carmen Soriano
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Nos puede la seducción voyeuriana
ResponderEliminarEl entrever y el aplomo
Gritar o ni chistar
El agua seguirá corriendo
Sobre un cauce pleno, o quizás seco
Mas cuando el cielo llore
Volverá a llenar el reguero del recuerdo…
Bsts en tu piel, Carmen…
Desde ella los devuelvo, que es el recuerdo salto y seña del aprendizaje sereno.. gracias Santiago son tus visitas corrientes de aire fresco, besos!
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